Un día común en mi entrenamiento se convirtió en una prueba de fuego para mis piernas, pero sobre todo mi mente. Mis respetos, corredores keniatas.
Sí, en mi entrenamiento estaba marcado día de pista. Una de las sesiones que más disfruto desde que empezó el año y porque son días cortos, pero muy exigentes para mis piernas. Así pasando las 9 de la mañana, empecé mis 3K de calentamiento y me esperaban 8 x 400m a 1:35-1:40 + 200 metros de recuperación y después 2K más de afloje. De todo ese entrenamiento, logré hacer el calentamiento y después, como una ola, empezaron a aparecer corredores nada característicos de México: espigados, morenos, negros, sonrientes, algo que es inconfundible en los corredores Kenianos.
En fin, uno de ellos se acercó a preguntarme sobre el calzado que llevaba (Nike React) y que si me gustaba, el objetivo de ese entrenamiento era tener más opciones del rendimiento del calzado y de todos los beneficios y tecnologías, al final, platiqué un poco con él, Emil Kertchy. Un corredor que tiene más de 5 años viviendo en México y que se estableció aquí porque “es un país corredor y la altura es muy buena para nosotros”. Así, me invitó a unirme, quiero pensar que me invitó porque me vio muy preparado para correr y porque seguro pensó que por mi altura traía un gran largo de zancada… ¡Perdón por la decepción Emil!
La sesión de su equipo, más de 10 corredores, consistió en 3K de calentamiento, 10×800 en 2:35-2:40 el tramo, es decir, ritmo para correr el maratón en 2 horas o, ¡impresionante! Siendo sincero, cuando me lo dijo, no hice ni el intento considerando que mi plan eran repeticiones de la mitad de distancia. Digamos, que si lo intentaba, llegaría cuando ellos estuvieran a la mitad del segundo 800. Así que para tratar de estar con ellos y su forma de trabajar, modifiqué a 400 a su ritmo, es decir, correrla como en 1:15-1:20, algo que está en el nivel de Juan Luis Barrios, o sea, demasiado, corrí una vuelta, perdí todo el aire y potencia en las piernas y recibí mi golpe de realidad en cuanto al rendimiento que puede tener un corredor de esos niveles. Seguí corriendo los 400 pero me pasaban sin problemas, en algunos me pegaba 100-150 metros y en otros, aguantaba 200 metros, el objetivo que encontré en esta sesión era vencer mi miedo a no mantener el paso. Así que en eso trabajé, hice las repeticiones y terminando me senté (fundido) a esperar a Emil y sus amigos corredores.
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Dicen que vienen a México porque es mejor la altura que Itan, Kenia, que está a 2,200 msnm y no sólo eso, aseguran que las condiciones aquí son mucho mejores que en África, pero además tiene oportunidad de ganar muchas carreras porque el nivel allá, año con año crece y cada vez más jóvenes buscan ser buenos corredores para representar a su país en competencias internacionales, ganar dinero de patrocinios y destacar en la comunidad. Sí, es un modo de supervivencia, pero también se ha convertido en un estilo de vida tan redituable que se despliegan por el mundo para tener un mejor estilo de vida.
“Es bonito México, extraño mi casa. Pero vine aquí a ser mejor, a correr y ganar. Aprendes que tienes que ser muy bueno en lo que haces porque hay muchos corredores que quieren estar aquí. Entonces no hay tiempo para decir que no puedes o que es difícil o que duele, porque habrá alguien que diga que sí puede hacerlo”, dice Emil, quien sueña con ser parte del equipo Keniata para justas internacionales.
Y así, un entrenamiento que parecía ser mi momento de liberación de endorfinas, se convirtió en un momento de reflexión para todo. Emil y los 10 corredores ahí, se veían hambrientos en cada vuelta, empujaban uno a otro para no bajar el paso, se reían, disfrutaban y compartían admiración por los corredores que ya están en las grandes ligas, son su motivación para aspirar a lo más grande.
Aplauden. Se felicitan. Se hidratan y relajan los músculos después de una sesión rápida para ellos. “Descansar, es lo que hacemos después de correr. Hay que comer bien, después descansar y en la tarde otra vez tenemos entrenamiento. El fin de semana buscamos carreras para inscribirnos porque los premios los dividimos entre el equipo, entonces nos apoyamos”. El trabajo en equipo es fundamental, el esfuerzo a tope también y la disciplina son la base para el éxito que buscan.
Un día que suponía ser un entrenamiento más, me catapultó a tratar de correr como Keniano, sufrirlo y aprender mucho de un grupo de corredores que llevan su cuerpo a límites inexplicables y que hacen lo que muchos deberíamos… Correr y ser felices.
Un día común en mi entrenamiento se convirtió en una prueba de fuego para mis piernas, pero sobre todo mi mente. Mis respetos, corredores keniatas.
Sí, en mi entrenamiento estaba marcado día de pista. Una de las sesiones que más disfruto desde que empezó el año y porque son días cortos, pero muy exigentes para mis piernas. Así pasando las 9 de la mañana, empecé mis 3K de calentamiento y me esperaban 8 x 400m a 1:35-1:40 + 200 metros de recuperación y después 2K más de afloje. De todo ese entrenamiento, logré hacer el calentamiento y después, como una ola, empezaron a aparecer corredores nada característicos de México: espigados, morenos, negros, sonrientes, algo que es inconfundible en los corredores Kenianos.
En fin, uno de ellos se acercó a preguntarme sobre el calzado que llevaba (Nike React) y que si me gustaba, el objetivo de ese entrenamiento era tener más opciones del rendimiento del calzado y de todos los beneficios y tecnologías, al final, platiqué un poco con él, Emil Kertchy. Un corredor que tiene más de 5 años viviendo en México y que se estableció aquí porque “es un país corredor y la altura es muy buena para nosotros”. Así, me invitó a unirme, quiero pensar que me invitó porque me vio muy preparado para correr y porque seguro pensó que por mi altura traía un gran largo de zancada… ¡Perdón por la decepción Emil!
La sesión de su equipo, más de 10 corredores, consistió en 3K de calentamiento, 10×800 en 2:35-2:40 el tramo, es decir, ritmo para correr el maratón en 2 horas o, ¡impresionante! Siendo sincero, cuando me lo dijo, no hice ni el intento considerando que mi plan eran repeticiones de la mitad de distancia. Digamos, que si lo intentaba, llegaría cuando ellos estuvieran a la mitad del segundo 800. Así que para tratar de estar con ellos y su forma de trabajar, modifiqué a 400 a su ritmo, es decir, correrla como en 1:15-1:20, algo que está en el nivel de Juan Luis Barrios, o sea, demasiado, corrí una vuelta, perdí todo el aire y potencia en las piernas y recibí mi golpe de realidad en cuanto al rendimiento que puede tener un corredor de esos niveles. Seguí corriendo los 400 pero me pasaban sin problemas, en algunos me pegaba 100-150 metros y en otros, aguantaba 200 metros, el objetivo que encontré en esta sesión era vencer mi miedo a no mantener el paso. Así que en eso trabajé, hice las repeticiones y terminando me senté (fundido) a esperar a Emil y sus amigos corredores.
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Dicen que vienen a México porque es mejor la altura que Itan, Kenia, que está a 2,200 msnm y no sólo eso, aseguran que las condiciones aquí son mucho mejores que en África, pero además tiene oportunidad de ganar muchas carreras porque el nivel allá, año con año crece y cada vez más jóvenes buscan ser buenos corredores para representar a su país en competencias internacionales, ganar dinero de patrocinios y destacar en la comunidad. Sí, es un modo de supervivencia, pero también se ha convertido en un estilo de vida tan redituable que se despliegan por el mundo para tener un mejor estilo de vida.
“Es bonito México, extraño mi casa. Pero vine aquí a ser mejor, a correr y ganar. Aprendes que tienes que ser muy bueno en lo que haces porque hay muchos corredores que quieren estar aquí. Entonces no hay tiempo para decir que no puedes o que es difícil o que duele, porque habrá alguien que diga que sí puede hacerlo”, dice Emil, quien sueña con ser parte del equipo Keniata para justas internacionales.
Y así, un entrenamiento que parecía ser mi momento de liberación de endorfinas, se convirtió en un momento de reflexión para todo. Emil y los 10 corredores ahí, se veían hambrientos en cada vuelta, empujaban uno a otro para no bajar el paso, se reían, disfrutaban y compartían admiración por los corredores que ya están en las grandes ligas, son su motivación para aspirar a lo más grande.
Aplauden. Se felicitan. Se hidratan y relajan los músculos después de una sesión rápida para ellos. “Descansar, es lo que hacemos después de correr. Hay que comer bien, después descansar y en la tarde otra vez tenemos entrenamiento. El fin de semana buscamos carreras para inscribirnos porque los premios los dividimos entre el equipo, entonces nos apoyamos”. El trabajo en equipo es fundamental, el esfuerzo a tope también y la disciplina son la base para el éxito que buscan.
Un día que suponía ser un entrenamiento más, me catapultó a tratar de correr como Keniano, sufrirlo y aprender mucho de un grupo de corredores que llevan su cuerpo a límites inexplicables y que hacen lo que muchos deberíamos… Correr y ser felices.